Sobre Francisco de Goya
Francisco de Goya fue un pintor español entre los años 1746 y 1828. Su estilo pictórico es muy evolutivo en tanto que comienza con el rococó, pasa por el Neoclasicismo y llega al prerromanticismo, y prefigura lo que serían las vanguardias del expresionismo.
Al final de su vida se compra una casa al lado del río Manzanares, en Madrid, donde nacerían las pinturas negras. Se asentó en un lugar muy apartado, y se cuenta que fue para vivir en paz y lejos de las habladurías un amorío con Leocadia, que más tarde sería su ama de llaves. Otro evento importante en su vida fue su enfermedad. Moler él mismo los pigmentos fue lo que posiblemente lo llevó a enfermarse por intoxicación por plomo y mercurio. Sobre el 1792 dicha enfermedad le causó una dolorosa sordera, con la que conviviría hasta el final de sus días.
Contexto histórico
En cuanto al contexto histórico, España pasa por una grave inestabilidad política. En 1814 se da un primer paso para reinstaurar el Antiguo Régimen, periodo conocido como Sexenio Absolutista. Después de la expulsión de Napoleón, vuelve Fernando VII para vengarse de aquellos que se habían puesto en contra de él en la guerra de la Independencia. No es necesario enfatizar la crueldad que implicó su regreso. En el año 1823 se proclama la Constitución liberal, etapa marcada por una vasta agitación política y oposición internas.
El mito de Saturno
Finalmente, 1820 fue el inicio de una serie de obras conocidas como pinturas negras, por el predominante uso de colores sombríos y estilo macabro. Goya quería plasmar el sentimiento que se inhalaba en las calles. Pero hoy nos vamos a centrar en Saturno devorando a su hijo.
Para empezar, hay que conocer el mito en el que está inspirada la obra.
Todo empieza con Urano y Gea en los comienzos del tiempo. Ambos se unieron para crear a los Hecatónquiros (o centímanos), los Cíclopes y los Titanes. Urano encerró a los centímanos y Cíclopes porque los consideraba seres monstruosos y desagradables, en contraste a los demás. Los deja en el Tártano, en un abismo profundo dentro de Gea, usado como mazmorra de tortura. Con el paso del tiempo, el disgusto de Gea aumenta, hasta el punto de convocar a los titanes y convencerlos de destronar a Urano. Cronos fue el único dispuesto, y para ello su madre le talla una hoz. Después de una emboscada, le corta los testículos y los arroja al mar. De la sangre que emana y cae sobre la tierra nacen los gigantes, las Erinias y las ninfas. Del mar nació Afrodita, la diosa del amor y la sensualidad.
Conocedor de una profecía que narraba su caída por parte de sus hijos, toma las mismas precauciones que su padre y encierra a los Hecatónquiros. De ahora en adelante se tragaría a sus hijos nada más nacer. Con el tiempo, Rea, provocada por el horror, esconde a su sexto hijo, Zeus, y le da a su marido una piedra envuelta en un paño.
Zeus permanece escondido al cuidado de Metis, y con la llegada de la madurez, decide vengarse. Para ello hurga un plan, que en conspiración con su madre, consigue infiltrarse en la fiesta de su padre y colarle en el vaso una pócima que le provoca terribles vómitos. Echa a sus hijos y comienza la titanomaquia (guerra de los titanes contra los dioses que se extiende 10 años). Al final el bando liderado por Zeus gana y encierra a los titanes en el Tártano. No se sabe con exactitud lo que ocurrió con Cronos. Por un lado, se cree que sigue encerrado, y por otro que fue liberado por Zeus. Ahora estaría reinando las islas de los Bienaventurados
Saturno devorando a su hijo
Saturno devorando a su hijo es una obra escalofriante. La escena se da en un lugar oscuro y tétrico, y no respeta en gran medida la iconografía de Cronos. Solo es reconocible por su abundante barba y el hecho de que se está comiendo a un ser más pequeño. Lo más destacable son sus ojos, una mirada de locura y horror, y su postura de agonía. Sus manos están casi estrujando a la presa, única figura en la que se refleja la luz. Si nos fijamos en los trazos del cuerpo del titán, tiene una forma muy difuminada.
El significado de la obra queda a razón del espectador. Por un lado se interpreta como el paso inexorable del tiempo. Esa fuerza monstruosa y enorme que nos atrapa, de la que es imposible escapar. Tal vez esa mirada de terror se deba a que Cronos sabe que también está sujeto al deterioro. Sus ojos ilustran esa conmoción que todos sentimos porque algún día nosotros también seremos devorados, y quizá sea su forma de combatir el paso del tiempo.
En una lectura histórica, Goya pudo haber querido expresar cómo el gobierno se está comiendo y usando a los ciudadanos, por el reciente regreso de Fernando VII, y lo que queda por venir.
Como último ejemplo, otra obra interesante es la de Pierre Mignard, en la que Cronos le está cortando las alas a Cupido, que quiere hacer ver la forma en la que el tiempo le arrebata las alas al amor, lo deja inválido y desamparado.

Me gustaría que me dijeras lo que opinas sobre el artículo y cómo interpretas tú esta pintura. Nos vemos en la siguiente publicación.